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Soy Hoper, colombiana y mujer

Fotografía de mujer hoper
17/10/2014 - 09:57

Soy Hoper, colombiana y mujer

La historia del hip hop se escribe con las letras de sus canciones, y cuando sus protagonistas son mujeres, esto tiene una connotación especial.

Hoy por hoy las mujeres hacen parte activa de la escena del hip hop tanto en Colombia como en el mundo... ¿cómo explicar su presencia en un movimiento que se ha caracterizado por excluirlas?

Tradicionalmente el hip hop ha sobresalido por una marcada misoginia y un machismo que se reflejan en sus letras y en las expresiones que usa y que muchas veces apoyan, o al menos justifican, la "objetivización", la explotación y la victimización de la mujer.

El machismo ha estado presente en la cultura hip hop desde sus inicios y algunos teóricos han explicado el fenómeno por la necesidad de los hopers de darle asertividad a su propia masculinidad o de demostrar su autenticidad como raperos; otros quizá igual de acertados, señalan que el hip hop es producto del entorno que refleja un entorno marcado por el machismo desde siempre.

¿O estamos hablando simplemente de un asunto de publicidad? No es tan sencillo, pero vamos por partes, en la escena moderna, por ejemplo, artistas de la trascendencia de Eminem, se han destacado por incluir en sus letras palabras violentas y ofensivas en contra de la dignidad femenina y de su sexualidad y él no es el único. Sin embargo el asunto entra en contradicción con los principios mismo del hip hop.

En sus inicios, figuras como KRS One o Afrika Bambaataa, se ocuparon de darle al movimiento ciertos principios de hermandad, solidaridad y respeto y eso no va, para nada, con las letras insultantes que han llevado a muchos -y tristemente a muchas- al éxito en las ventas. Esta a la vista el éxito que han tenido en Estados Unidos cantantes como Nicki Minaj que con temas y letras degradantes y ofensivas -para no hablar de las imágenes- llegan a los primeros lugares de las listas.

¿Pero qué pasa en Colombia?

De acuerdo con una de las representantes más activas del hip hop en nuestro país, Diana Avella, aquí el asunto es distinto. La influencia del hip hop estadounidense en el nuestro, ha sido decadente en los últimos tiempos, y eso puede explicarse por la fuerza de nuestros propios referentes como sociedad.

 En ese contexto el hip hop femenino es también una forma artística contestataria que no quiere limitarse, ni acomodarse, ni ajustarse, ni dejarse llevar por los paradigmas que han sometido al a mujer por siglos y que de muchas formas lo siguen haciendo.

Sus letras rechazan “todas las cosas que las mujeres han guardado en silencio y que han reforzado el imaginario de mujer víctima y mujer objeto”, como lo explica Diana quien en sus letras ataca ese imaginario latente, en el que la mujer busca su reconocimiento a través de su cuerpo o en un otro, barón, que la respalde.

Todo ello ocurre en medio de una dinámica comercial que marca sus propias influencias y en la que encontramos mujeres que reafirman el imaginario machista y mujeres que lo resisten decididamente cono Queen Latifah, de vuelta en el plano internacional.

Pero lo cierto, es que como diría Tres Coronas, el grupo colombiano, el hip hop nació latino y lo hizo con un marcado componente social y político que se expresa desde la barriada, desde lo popular, desde lo vivencial.

Es allí donde la dinámica femenina -explica Diana- se levanta para decir, no somos objetos, somos artistas o para dar mensajes como los de la desaparecida Melissa -Elizabeth Contento-, una de las pioneras del hip Hop en Colombia que en canciones como “Machismo con M de Mujer” dejó claro, entre otras cosas, que “Mujeres y hombres tenemos los mismos deberes pero también los mismos derechos ”.

Artistas como ella han dejado huella por su talento artístico y por su pasión, pero también porque supieron ir más allá de los afanes de la fama o la teorías de cartel y supieron cantarle a la libertad, a la igualdad y a la cordura y revelarse contra la violencia, el abuso y otros males que han marcado nuestra sociedad, sin límites, desde la particularidad del genero hasta la amplitud de la raza.

Diana, por ejemplo, es una profesional que salió del barrio y que representa muy bien los valores femeninos y sociales que defiende con sus letras, alumna destacada desde niña, escritora, compositora, cantante amante del rap y de la vida y en suma mujer de tiempos modernos, capaz de asumir distintos roles sin escudarse en los miedos o las debilidades, que algunos creen propios de la condición femenina.

Como Diana, hay por suerte varios espejos en Colombia que pueden iluminar los andares de las que vienen detrás descubriendo su feminidad y temiendo perderla en el mundo del Break Dance.

“En Bogotá la mujeres han tenido miedo de acercarse al tema del feminismo desde su reflexión y empoderamiento, pero eso hace falta. Hay una contradicción muy fuerte en las niñas que están arrancando desde su corporalidad, en su forma de expresar su arte, hay un miedo de ser demasiado machos, miedo de perder su feminidad en el momento en que ganen emancipación y sean aceptadas”, señala Diana explicando que el éxito está en ser aceptadas por su discurso, por su calidad artística y por su proyección.

“En el hip hop nos estamos acostumbrando a que nos den el espacio por ser mujeres, pero antes tenemos que construirnos y fortalecernos como mujeres en todo el sentido de la palabra”, dice Diana que hace muy poco organizó uno de los tantos eventos de hip hop femenino con los que le gusta regar las calles bogotanas, como coordinadora de los Escenarios Móviles del Distrito.

Ese mensaje y esa necesidad de empoderamiento parecen ser claros para Katherin Corredor, una jovencita bogotana de 19 años que respira hip hop “porque es un género que dice las verdades cotidianas que mucha gente no se atreve a decir”.

Para ella el hip hop es lo que muchos esperan que sea, un transformador social en el que las mujeres también construyen sus propios espacios.